Las hojas escogen el viento que las lleva a la tormenta. Las miro con el apetito creciente de ser la mano que las contenga. En un intento de vuelo el esfuerzo me lleva al principio, cuando el dolor se despereza y es eje, grieta en la que soltar lastre, perfecto hogar de las astillas.
2 comentarios:
Magnífico metarrelato donde el viento y el vuelo son coprotagonistas de las hojas y del esfuerzo del alma, que inquieta, encuentra la génesis de todo: el dolor.
No hay amor sin dolor, decía alguien, muy importante para mí...o lo que es lo mismo el dolor es la otra cara del amor. Los dos van unidos.
Me ha encantado...Escritos como esto animan el día...
Gracias Mamen. Un abrazo.
Quizás nos deberíamos cubrir de hojas y así dejar fuera, lejos, a las astillas que nos rodean buscando la menor debilidad para atacarnos
Besos
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